viernes, 20 de agosto de 2010

DÍA 3. No tendría por qué


Hace unas semanas compré unos carretes en una tienda cerca de donde vivo, la cara de sorpresa de la dependienta era evidente y más la mía al ver que parecía estar hablando de algún artilujio de la época de Machín . También me costó encontrar una tienda que hiciera revelado analógico y no digital (ya me dirás tú qué tiene de revelado una foto digital: seleccionar foto, imprimir, gracias).
Encontré la tienda, me revelaron las fotos y todas salieron parecidas a la que subo hoy: con los colores saturados y demás virguerías, que tienen su cierto encanto pero que no me hace ninguna gracia que por defecto salgan así. La mujer de la tienda, que se la veía muy segura de su discurso, me dijo que era problema de mi cámara, por lo que la llevé al hombre de toda la vida que lleva arreglando cacharros toda su vida y me dijo que el problema no era de la cámara sino del proceso de revelado. Entonces me explicó, mientras me miraba bajo sus gafitas redondas con el típico aparatito de aumento soldado a la montura, que apenas hay tiendas que hagan revelado analógico y las que lo tienen, al no hacer uso de los líquidos, pues estos se caducan y es lo que me debió de pasar a mí. Incluso me dijo que la técnica está tan perdida que hasta me pudieron hacer una impresión digital del negativo, vamos una CHAPUZA.
Y yo a todo esto digo que me parece una pena y no tendría que ser para nada así, que porque una nueva era venga no tiene que dejar obsoleta a la otra que no es ni mejor ni peor sino diferente, entiendo que el mercado analógico se vea afectado en este sentido pero bajo ningún concepto debería de desaperecer, sí disminuir, pero al menos ofrecer al consumidor la PUTA OPCIÓN y no ser víctima de este sistema hipócrita.
Vamos, que según el hombrecillo de gafas, en unos años ya nos podemos despedir del revelado clásico o eso, o montarte tu laboratorio en casa, que no estaría nada mal. Cuando tenga casa me lo pienso.

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